"Express 35 MR, Ekonomy Klass 21 MR" rezaba el letrero sobre la destartalada oficina de la estación de autobuses de Tana Ratah. Como siempre elegimos la tarifa mas barata. Todos los turistas se subían al imponenete autobus express (que ya quisieramos tenerlos en España iguales), y nosotros...nosotros a la tartana, los únicos occidentales del autobus. Este estaba lleno de abolladuras y tenía bastante mugre, ademas de no funcionarle el aire acondicionado. A alguno le costaba comprender porque elegiamos viajar en ese bus, y nos miraban entre los asientos con cara rara. Ese precisamente es el motivo de viajar asi, sentirnos que de verdad estamos en un sitio diferente.
Arrancó el autobus y empezó a serpentear por las curvas de las montañas...racarrracara....racarracarracarraca... A los pocos kilometros un indio empezó a vomitar, el pobre lo pasó fatal hasta que el bus piso terreno llano y se estabilizó.
Empezabamos a notar bastante calor cuando de repente el conductor salió de la carretera y empezó a internarse por la jungla hasta llegar a una especie de "taller" donde las gallinas salían de autobuses desguazados y correteaban entre piezas y motores, y alli paramos. El conductor bajó y abrió el motor, no sabiamos exactamente que ocurría o que avería podiamos tener. Llamo a otra persona y estuvieron mirando por debajo. El señor del taller se marchó y volvió con una maza. Pum pum pum pum!!!!. Cuatro martillazos y de repente y como por arte de magia comenzó a salir el aire acondicionado por los difusores.Ese había sido el motivo de la parada ¿Quíen quiere climatizador electrónico cuando tienes un colega con un martillo? Nos hechamos unas risas acordandonos de otra anecdota parecida que paco y alberto nos contaron de su viaje por Laos, el conductor, con toda la cara llena de grasa, cosa que le importaba un bledo, se subió al bus y emprendimos el viaje.
Al rato al señor conductor le entró habmbre, volvío a salirse de la carretera y paró en un puesto de comida mientras nosotros esperabamos alucinando a que saciase su apetito. De nuevo continuamos la marcha.
Y ya cuando entrabamos a Kuala Lumpur algó debió sonarle mal porque se echó al arcen y paró el autobus. Bueno el motor no lo paró. Comenzo a pegarle unos acelerones en punto muerto que parecía Fernando Alonso en la parrilla de salida. Cuando le volvió a sonar bien el motor volvió a arrancar y al fin llegamos a Kuala Lumpur, con bastante retraso y justito para hacer el transbordo hacia Melaka. Ahí os quedamos unas fotillos del bus y del flipante taller de la jungla,
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