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Chiang Mai, en el norte de Tailandia es conocida por dos razones. La primera y fundamental por ser la base de la mayoría de los trekking que se hacen en esta parte del país, y la segunda por ser una ciudad que los tailandeses toman como seña de identidad, por lo que es perfecta para hacer cursos de meditación, masaje, cocina o incluso thai boxing. Como a nosotros lo de repartir ostias ni nos va ni se nos daría muy bien, elegimos hacer algo que nos encanta, cocinar.
Llegamos a la ciudad el día del cumpleaños del rey, figura sagradísima en Tailandia y considerado como un padre por el pueblo, que le tiene un afecto tremendo. Hubo fuego artificiales, espectáculos de torres humanas y comida gratis en el centro de la ciudad, lo que hizo que pasáramos una noche muy entretenida.
También los monjes piden por el alma del rey, y alrededor de su foto se encienden velas por todos los templos del país.
Poco mas hicimos en Chiang Mai aparte de pasear tranquilamente y hacer el curso de cocina. La gastronomía asiática nos ha encantado, desde los curris malayos, pasando por el nasi goreng indonesio, los guisos de Camboya, la sopa de noddles de Laos (joder que rica!) y el Pad Thai o el Tom Yam tailandes. Quizá el momento que mas echamos en falta la comida española fue en el final de nuestra etapa en Indonesia, ya que es en el país que menos variedad hemos encontrado (aunque los mejores arroces los comimos allí), sobre todo en la carne, ya que prácticamente solo comen pollo, pero quitando ese momento os aseguro que hemos comido de maravilla y que si bien siempre echas de menos el queso, el jamón o un poquito de aceite de oliva, hemos probado un montón de sabores, de especias y de vegetales que nos han encantado.
En la cocina tailandesa se usa mucho el cilantro, la lima, el ginger o el tamarindo, asi como las pastas de curri verde y rojo y la leche de coco, que combinados con otras especias o salsas de ostras o soja y el omnipresente chili, dan lugar a una gran variedad gastronómica. Quizá lo único que les falte es comer legumbres, desaparecidas casi por completo en estos países, pero por lo demás en cada plato comes de todo y es una cocina con muy pocas grasas.
En cuanto a bebidas, té no hemos tomado mucho porque no nos apasiona y menos con tanto calor, pero hemos tomado muy buenos cafés en Java o Laos, eso si siempre vertidos directamente sobre el agua o como mucho con un colador, y también nos gustaron mucho los batidos y zumos de frutas tropicales.
Mención especial para la cerveza asiática, ya que todas las que hemos probado estaban buenísimas, desde la Tiger malaya, la Bintang indonesia, Angkor camboyana, las Chang y Shinga (sigue siendo mi favorita) tailandesas y la buenísima Beerlao.
Y poco mas nos queda por contaros de nuestra aventura, ya desde Bangkok, donde mañana cogemos el vuelo de regreso a Madrid y donde ya solo nos queda esperar y pasar un par de días con Ander e Inma, unos amigos de Aitzi que andan por aquí. Nos vemos ya mismo.
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