Oh Laos! Como te vamos a echar de menos, sin duda el país que mas nos ha gustado de todo el viaje, y la verdad que no podíamos haber terminado mejor nuestra estancia allí.
Como ultimo destino elegimos la aldea de Muang Ngoi Neua. Para llegar hasta allí cogimos un autobús desde Luang Prabang a Nong Khiaw, lugar en el que pasamos también una noche a la vuelta y que está situado en un enclave impresionante, y luego un bote remontado el río Nam Ou durante una hora.
El lugar te enamora desde el momento en que llegas. Se trata de una aldea a la que solo se accede a través del rio, sin coches, ni motos, ni nada que perturbe una tranquilidad arrebatadora. Tampoco hay luz, mas que la producida por un generador en un riachulo, de seis a nueve y media de la noche. Es uno de esos sitios que es impensable que existan en nuestro mundo occidental.
Desde nuestro bungalow teníamos unas vistas preciosas del rio y las montañas y caminar por la calle principal viendo los quehaceres diarios de unos lugareños encantados de tenerte con ellos es una pasada.
Cada mañana además la aldea se levantaba cubierta por la niebla, y era espectacular ir viendo como al levantarse iba mostrando las increíbles montañas que nos rodeaban.
Entre las tareas habituales en la aldea están la pesca, carpintería, agricultura o la recogida de algas del río, que tras apelmazarlas y apalearlas, son puestas al sol con sésamo para que se forme una pasta que se utiliza para comer en toda la provincia de Luang Prabang.
Durante los días que pasamos en Muang Ngoi nos dedicamos a hacer senderismo, recorriendo los arrozales, secos en esta época del año, y pastados por búfalos y bueyes, los diversos riachuelos que bajan de los escarpados picos calizos, descubriendo cuevas y visitando minúsculas aldeas donde sus habitantes nos recibieron con los brazos abiertos y nos contaron su día a día, confirmando todas las diferencias que existen con nuestra sociedad.
Hay quien dirá que en las aldeas están en la miseria, que no poseen comodidades, que existen deficiencias medicas, etc, pero lo cierto es que después de hablar con ellos, de observar como ocupan su tiempo en las verdaderas actividades fundamentales de su día a día, la enorme autosuficiencia alimenticia que poseen estas pequeñas comunidades, y la sonrisas de oreja a oreja que exhiben sus niños y mayores, a mi al menos me pone en duda de cual es la verdadera miseria, si es saber vivir con casi nada, o necesitar de miles de bienes, muchos impuestos por la sociedad y otros por el estatus que proporcionan, para ser feliz, sin muchas veces conseguirlo. Quizá yo sea el primero que no podría asumir ese estilo de vida después de vivir en Europa, pero no puedo ocultar mi mas enorme envidia y admiración por este pueblo, que convive con la naturaleza en un país tremendamente virgen y absolutamente espectacular, en el que la inmensa mayoría de su gente esta conforme con lo que tiene, con su gobierno, con no vender su vida por un salario tal como lo hacemos en occidente, y que exhibe con orgullo en cada una de las casas, casi sin excepción, la bandera de su país, del cual están encantados que sea como es.
Ahora nos encontramos en Chiang Mai, en Tailandia, pasando los últimos días antes de regresar a España este fin de semana. Por todo lo que hemos aprendido, por el calor de su gente, por las experiencias que nos llevamos de aquí.. GRACIAS LAOS!! KHAWP JAI LAI LAI !!
Ya se os acaba esta aventura fisicamente hablando, pero ahora os toca contarnosla y compararla in situ con la aventura cacereña que os espera. Y que mejor comienzo que la cena de empresa de los primos, que eso no es Laos, pero va a ser LAOSTIAAAAAAAAAA!!!!
ResponderEliminarAqui os esperamos con los brazos abiertos, que de otra manera no podemos coger los chorizos, los jamones, las patas de cordero, las tortas del casar, los litros de mahou y las tarras de cachuela...BUEN VIAJE DE VUELTA HERMANOS
Cierto es Robe, se acaba la aventura asiática pero sigue la aventura de la vida, y muchas mas experiencias por vivr. ya estoy deseando comerme todo eso que llevais entre los brazos, y que tiemble Roma el día de la cena. Un abrazo.
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