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La capital de Tailandia es una ciudad de sensaciones. Puedes amarla, odiarla o las dos cosas a la vez. Lo cierto es que se trata de un lugar que no te dejara indiferente y que desde luego merece la pena conocer. En esta ocasión nosotros nos hemos dedicado a relajarnos, aprovechar para subir fotos, preparar el viaje a Camboya y salir de copas, cosa que no hemos hecho mucho durante el viaje y ya nos apetecía y hemos dejado de lado la parte turística de la ciudad para la próxima ocasión, en nuestros últimos días de viaje.
Si Bangkok ya de por si es un mercadillo gigante, el domingo estuvimos en el mayor de ellos, de hecho el mayor mercado al aire libre del mundo, Chatuchak, un lugar que se nos antoja inabarcable y donde no compramos demasiado, pero que a pesar de ser agotador resulta bastante entretenido, con sus puestos de cosas sin utilidad alguna, sus millones de camisetas y la música ambulante de lo mas curiosa.
También hemos aprovechado para pegarnos un autentico festín de comida tailandesa por cuatro duros en la zona de Soi Rambutri, cercana a la archiconocida calle Khaosan Rd. y donde nos hemos alojado en esta ocasión descubriendo que los alojamientos son mejores y mas baratos que en la famosa calle de los mochileros, que cada día es mas cara.
La comida tailandesa me pirra, sin duda le da cien vueltas y es mucho mas variada que lo que hemos estado comiendo en Indonesia y Malasia y ha sido todo un descanso poder disfrutar de los guisos tailandeses a base de coco y cilantro. Dios adoro el cilantro! Como por todos los que me conocéis es sabida mi afición a la gastronomía prometo escribir un post mas adelante sobre este tema.
Pero de lo que teníamos ganas es de salir de marcha asíque aprovechamos nuestros días en Bangkok para irnos de juerga. La noche en el barrio de Banglamphu es extraña, seductora, caótica y también algo hortera, un cocktail perfecto para reírse junto a otros viajeros y la gente local. A base de cerveza Chang y ron Samsong pasamos la mayor parte de las noches en los improvisados bares que se forman en la calle, escuchando al mismo tiempo cien estilos de música de diferentes que salían a todo volumen de los bares y mezclados con el dj que ponía techno en plena calle Khaosan.
También visitamos una discoteca donde había un concierto bastante aburrido en la terraza y donde en la pista de baile interior sonaron “temazos” tales como la versión techno de Dirty Dancing (que grande!) seguidos de música trance o de Shakira, con su cansina canción del mundial de futbol, y que los cuatro gatos que allí estábamos bailamos como si estuviera pinchando Richie Hawtin.
Luego están los vendedores que se te acercan mas o menos cada dos minutos intentando venderte las cosas mas absurdas que os podáis imaginar, haciendo sonar una rana o tirando al aire unas plumas fluorescentes. Eso cuando estas sentado porque cuando te mueves te intentan vender desde masajes a trajes de seda, así como te ofrecen tuk tuk para ir al Ping Pong Show o al barrio rojo, o como dicen ellos “tuk tuk to pum pum sir?”
Y para terminar una foto especial petición para mi tio Paco de Cadiz: