martes, 16 de noviembre de 2010

SI PHAN DON, LAS CUATRO MIL ISLAS


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“La frontera entre Camboya y Laos es un palo”, nos había dicho Paco. Y no le faltaba razón ya que una barrera móvil con una caseta a un lado es lo que separa ambos países. Ni siquiera una valla o una verja, nada, excepto unos agentes que como no, se sacaron unos dólares extras por el sellado.


Si Phan Don, o las conocidas como 4.000 islas, es un archipiélago de islotes rocosos en el río Mekong, justo en la frontera entre Camboya y Laos, en el lado laosiano. Nos alojamos durante unos días en Don Det, la de alojamiento mas barato y uno de los mayores puntos de encuentro de mochileros del país, aunque durante nuestra estancia apenas había gente en la isla, lo que nos concedió aún mas tranquilidad si cabe.




Hicimos poco mas que pasear en bici por las mañanas y pasarnos la tarde tumbados en las hamacas de nuestro bungalow, dando buena cuenta de los dulces típicos de la zona y de la riquísima cerveza Lao.




Don Det está comunicado por un antiguo puente ferroviario con la isla de Don Khon, donde se encuentran unas bonitas cascadas y rápidos y desde donde se pueden alquilar botes para ver a los delfines que nosotros vimos en Camboya.



Los paseos en bici entre los arrozales, viendo trabajar a la gente, los bosques tropicales y las aldeas estuvieron bastante entretenidos, aunque poco mas se puede hacer en las islas.



En estos primeros días hemos apreciado que los laosianos son tranquilísimos, necesitas ir a despertarlos para que te hagan la comida en el restaurante o incluso para pagar. También parecen mas introvertidos que sus vecinos camboyanos o tailandeses, aunque si son igual de buena gente. Pero tienen un carácter de tranquilidad y de no tener prisa absolutamente para nada que concuerda perfectamente con el lugar en el que viven y que me produce una sana envidia. Aquí no saben lo que significa “esto es para ya”, sino que ellos piensan siempre “estará cuando esté”.



También nos han resultado curiosas las pequeñas escuelas donde acuden los niños locales, rodeadas de gallinas y bajo la omnipresente bandera comunista, así como la afición que tienen los laosianos a jugar a la petanca, que debe ser su deporte nacional.




Nuestro siguiente destino ha sido la altiplanicie de Bolaven, de la cuál tenemos muchas cosas que contaros…en el próximo capitulo, y cuando podamos conseguir una conexión a internet, que de momento no nos está siendo fácil en Laos.

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